Como casi siempre ocurre a todos los estudiantes que terminan el bachillerato, la falta de un buen programa de orientación vocacional en la institución, hace que en la mayoría de los casos, no se elige la carrera que seguirá en la universidad, gran error, pues de aquí se va a vivir y mantener a su familia, probablemente es por eso que muchos de los estudiantes cambian de carrera. Claro que hay sus excepciones, pues algunos si saben, otros se las imponen sus padres (que no necesariamente serán exitosos). En 1975 no fui la excepción, basándome en las materias que no me gustaban, el escaso apoyo económico que había en mi casa, y además por el auge que estaba surgiendo por los computadores, me decidí por la Ingeniería en Sistemas Computacionales en el Instituto Tecnológico de Sonora, afortunadamente hice lo correcto.
El descubrir algo nuevo para mí, como la programación hizo que me sumergiera en el mundo de las computadoras, hasta ese momento jamás cruzo por mi mente que me podría desempeñar en la docencia, debo aclarar que nunca fui un alumno excelente. Tenía un compañero, cuya madre tenía una escuela privada, como muchas las que abundan en el país. Empecé a tener una amistad, y como él trabaja con su mama, un día que se les salió un maestro y sin tener ninguna experiencia me invita a incorporarme a trabajar (después entendí que así trabajaban, pues entre menos experiencia menos paga), además que esto venía a ayudarme un poco económicamente. Como comprenderán no tuve cursos de pedagogía, fui aprendiendo sobre la marcha, me fijaba mucho en mi amigo y trataba de copiar sus métodos, que también no eran muy buenos. A partir de ese momento fui considerando a la docencia como una parte complementaria.
Antes de terminar mi carrera, tuve la fortuna de incorporarme a la iniciativa privada, para mi fortuna ejerciendo lo que estaba estudiando, y aprendí algo importante que nunca se me olvidará; primero, nadie es indispensable y segundo hacer las tomas de decisiones. Para mí fue el complemento de mi educación.
La misma necesidad de superación hizo que volviera a la escuela a titularme, y sobre la base de mi tesis y la experiencia que había obtenido, fui invitado a incorporarme al Instituto Tecnológico de Sonora, como maestro auxiliar, para impartir materias relacionadas con computación. Algunos de ustedes compartirán conmigo el gran orgullo que se siente estar como docente en el lugar que estudio, así como también el orgullo de la familia, esos son momentos inolvidables. Además estaba cumpliendo una de mis metas, trabajar en lo que estudie y tener a la docencia como complemento. No tuve ningún problema en la impartición de las materias, “pues ya tenía mundo recorrido, en estos menesteres y además poseía según yo una basta experiencia” (se me hacían revisiones cada semestre). Es en este momento que me doy cuenta de la importancia de ser maestro, no solamente es pararse al frente, sino que atrás de esto debe de haber una preparación de clases, para poder estar a la altura de los requerimientos que te exige la institución, además como se dice en la práctica “siempre encontraras alumnos que te están cazando, y uno debe de estar preparado para salir airoso de los acertijos que ponen”.
Así pasa el tiempo (aquí se cumple, lo primero que aprendí en la iniciativa privada), salgo de la empresa y me quedo nada más impartiendo clases, no me preocupaba, pues como tenía experiencia sería muy fácil para mí encontrar otro empleo, que equivocado estaba, se me olvido que vivo en una ciudad pequeña y que a los 35 años “ya se es viejo” para encontrar trabajo, los que encontré exigían trabajar fuera de la ciudad, como ya tenia familia decidí buscar en la ciudad. Pero en la institución no tenía seguridad, pues como era maestro auxiliar, no creaba ninguna antigüedad ni tenia prestaciones.
Desde que Salí del bachillerato, se hizo una costumbre de juntarnos cada determinado tiempo los ex alumnos de la generación. En una reunión le platique a un compañero la incertidumbre laboral en que me encontraba, él comenta que en su escuela se abre la especialidad de computación y se necesita gente, aún que la paga era poca, iba a tener seguridad y podía con el tiempo incrementar el sueldo, ya que tenía mucho currículo. Así es como en 1991 ingreso al Centro de Bachillerato Tecnológico Industrial y de Servicios No.37, a la especialidad de computación. Otro orgullo personal, pues soy egresado de la primera generación.
En la actualidad, veo la docencia completamente distinta a mis años de inicio, estoy completamente convencido que soy un formador de alumnos, aquí la gran mayoría de los alumnos siguen una carrera universitaria, son muy pocos los que se integran a la planta laboral como técnicos. La docencia me ha permitido mantenerme actualizado, ya que las nuevas tecnologías de información y comunicación cambian constantemente. No hay satisfacción más grande, que ver a tus ex alumnos y que te den las gracias, porque en la carrera universitaria y gracias a lo poco o mucho que enseñaste son los primeros de la clase (tengo que mencionar que nuestra escuela es la No.1 en la ciudad y en el estado, por lo tanto gozamos de un gran prestigio), aunado a los padres de familia que a veces reconocen el esfuerzo que se realiza, otra de las satisfacciones, es que maestros de las universidades, al saber que van de nuestra escuela reconozcan el trabajo de uno.
Pero no todo es miel, claro que existen insatisfacciones muchas se deben a uno, otras no. Cuando pierdes un alumno por razones extracurriculares y que te das cuenta que pudo ser recuperable, duele. Pero las peores, y muchos de ustedes van a estar de acuerdo conmigo, viene de la parte oficial, casi siempre de los directores, el ver que no les interesa ni los maestros, ni los alumnos, para ellos no somos más que una parte de la estadística, cometen barbarie y media con tal de quedar bien con sus jefes, me molesta que quieran que impartas una materia en la cual no tienes perfil. Espero que con la nueva reforma curricular y la ley de transparencia acaben con este mal de los directores, que pienso debe de ser en la mayoría del país.Este es la historia de mi vida con respecto a mi trayectoria profesional. Como se dieron cuenta, siempre he impartido materias relacionadas con lo que estudie. Si pongo en la balanza las satisfacciones e insatisfacciones que he logrado en la docencia, y reconociendo que uno no es monedita de oro, gana la primera, pues el recibir la visita o encontrar a un ex alumno y que te recuerde de una manera positiva y con cariño TE DICE QUE ESTAS EN EL CAMINO CORRECTO.
El descubrir algo nuevo para mí, como la programación hizo que me sumergiera en el mundo de las computadoras, hasta ese momento jamás cruzo por mi mente que me podría desempeñar en la docencia, debo aclarar que nunca fui un alumno excelente. Tenía un compañero, cuya madre tenía una escuela privada, como muchas las que abundan en el país. Empecé a tener una amistad, y como él trabaja con su mama, un día que se les salió un maestro y sin tener ninguna experiencia me invita a incorporarme a trabajar (después entendí que así trabajaban, pues entre menos experiencia menos paga), además que esto venía a ayudarme un poco económicamente. Como comprenderán no tuve cursos de pedagogía, fui aprendiendo sobre la marcha, me fijaba mucho en mi amigo y trataba de copiar sus métodos, que también no eran muy buenos. A partir de ese momento fui considerando a la docencia como una parte complementaria.
Antes de terminar mi carrera, tuve la fortuna de incorporarme a la iniciativa privada, para mi fortuna ejerciendo lo que estaba estudiando, y aprendí algo importante que nunca se me olvidará; primero, nadie es indispensable y segundo hacer las tomas de decisiones. Para mí fue el complemento de mi educación.
La misma necesidad de superación hizo que volviera a la escuela a titularme, y sobre la base de mi tesis y la experiencia que había obtenido, fui invitado a incorporarme al Instituto Tecnológico de Sonora, como maestro auxiliar, para impartir materias relacionadas con computación. Algunos de ustedes compartirán conmigo el gran orgullo que se siente estar como docente en el lugar que estudio, así como también el orgullo de la familia, esos son momentos inolvidables. Además estaba cumpliendo una de mis metas, trabajar en lo que estudie y tener a la docencia como complemento. No tuve ningún problema en la impartición de las materias, “pues ya tenía mundo recorrido, en estos menesteres y además poseía según yo una basta experiencia” (se me hacían revisiones cada semestre). Es en este momento que me doy cuenta de la importancia de ser maestro, no solamente es pararse al frente, sino que atrás de esto debe de haber una preparación de clases, para poder estar a la altura de los requerimientos que te exige la institución, además como se dice en la práctica “siempre encontraras alumnos que te están cazando, y uno debe de estar preparado para salir airoso de los acertijos que ponen”.
Así pasa el tiempo (aquí se cumple, lo primero que aprendí en la iniciativa privada), salgo de la empresa y me quedo nada más impartiendo clases, no me preocupaba, pues como tenía experiencia sería muy fácil para mí encontrar otro empleo, que equivocado estaba, se me olvido que vivo en una ciudad pequeña y que a los 35 años “ya se es viejo” para encontrar trabajo, los que encontré exigían trabajar fuera de la ciudad, como ya tenia familia decidí buscar en la ciudad. Pero en la institución no tenía seguridad, pues como era maestro auxiliar, no creaba ninguna antigüedad ni tenia prestaciones.
Desde que Salí del bachillerato, se hizo una costumbre de juntarnos cada determinado tiempo los ex alumnos de la generación. En una reunión le platique a un compañero la incertidumbre laboral en que me encontraba, él comenta que en su escuela se abre la especialidad de computación y se necesita gente, aún que la paga era poca, iba a tener seguridad y podía con el tiempo incrementar el sueldo, ya que tenía mucho currículo. Así es como en 1991 ingreso al Centro de Bachillerato Tecnológico Industrial y de Servicios No.37, a la especialidad de computación. Otro orgullo personal, pues soy egresado de la primera generación.
En la actualidad, veo la docencia completamente distinta a mis años de inicio, estoy completamente convencido que soy un formador de alumnos, aquí la gran mayoría de los alumnos siguen una carrera universitaria, son muy pocos los que se integran a la planta laboral como técnicos. La docencia me ha permitido mantenerme actualizado, ya que las nuevas tecnologías de información y comunicación cambian constantemente. No hay satisfacción más grande, que ver a tus ex alumnos y que te den las gracias, porque en la carrera universitaria y gracias a lo poco o mucho que enseñaste son los primeros de la clase (tengo que mencionar que nuestra escuela es la No.1 en la ciudad y en el estado, por lo tanto gozamos de un gran prestigio), aunado a los padres de familia que a veces reconocen el esfuerzo que se realiza, otra de las satisfacciones, es que maestros de las universidades, al saber que van de nuestra escuela reconozcan el trabajo de uno.
Pero no todo es miel, claro que existen insatisfacciones muchas se deben a uno, otras no. Cuando pierdes un alumno por razones extracurriculares y que te das cuenta que pudo ser recuperable, duele. Pero las peores, y muchos de ustedes van a estar de acuerdo conmigo, viene de la parte oficial, casi siempre de los directores, el ver que no les interesa ni los maestros, ni los alumnos, para ellos no somos más que una parte de la estadística, cometen barbarie y media con tal de quedar bien con sus jefes, me molesta que quieran que impartas una materia en la cual no tienes perfil. Espero que con la nueva reforma curricular y la ley de transparencia acaben con este mal de los directores, que pienso debe de ser en la mayoría del país.Este es la historia de mi vida con respecto a mi trayectoria profesional. Como se dieron cuenta, siempre he impartido materias relacionadas con lo que estudie. Si pongo en la balanza las satisfacciones e insatisfacciones que he logrado en la docencia, y reconociendo que uno no es monedita de oro, gana la primera, pues el recibir la visita o encontrar a un ex alumno y que te recuerde de una manera positiva y con cariño TE DICE QUE ESTAS EN EL CAMINO CORRECTO.